Esta historia es una adaptación y continuación de la ya
existente en el mundo de Warhammer 40000 de la historia que sucedió en 1879
durante la guerra Anglo-zulú, donde un contingente de 200 soldados ingleses se
enfrento durante dos días a una fuerza de 4000 zulúes.
En la historia se van a cambiar algunas cosas. La primera va
a ser los nombres de los protagonistas, que aunque sean de raíz anglosajona van
a tener nombres distintos, pero serán fácilmente reconocibles. Me voy a basar
en la película Zulú (1963), que es la que cuenta la historia.
También cambiara el nombre de la localización, así como los
enemigos a los que se enfrentaran, no siendo en este caso zulúes, si no unos
traidores amotinados por un Apóstol Oscuro que esta preparando la llegada de
una invasión caótica.
Lo que no va a cambiar va a ser el nombre del asentamiento,
el Arroyo Glazer, que en este caso estará situado en un mundo que se esta
empezando a conquistar, para convertirlo en un mundo agrícola. Los
protagonistas serán basados en la película, pero me voy a tomar ciertas
licencias respecto a los existentes de la versión que apareció en la WD nº39
española. Entre ellos esta que el capitán Caine, nombre del personaje en la
batalla, no muere si no que sobrevive, como en la película. El protagonista de
la historia va a ser un nieto suyo, el teniente John Michael Bromhead Caine.
Este nombre proviene del actor que encarna el papel en la película y del
personaje que interpreta. Además también estarán presentes el teniente Chard y
el comisario Langley y como no el cabo Hutch (en la película Hook) y el fiel e
intransigente sargento Bourne. Como dije
antes, la historia va a variar algo, mucho respecto a la que salió en la WD,
pero no tanto respecto a la película. Eso si, para meter un poco en escena, se
contara, por medio de un flashback, como el protagonista es enviado, cerca de
100 años después al mismo sitio donde su abuelo hizo una defensa heroica de la
granja y arroyo Glazer.
Espero que os guste esta adaptación.
PROLOGO: RECUERDOS DE FAMILIA
“Cuando estoy aquí, en este paraje, no me doy cuenta de lo
afortunado que soy. La selva, la llanura infinita se abre ante mis ojos para
revelar una magnificencia infinita. Los animales salvajes corretean, librando
combates a vida o muerte. Todavía no me explico que hago aquí.
Esto es el puesto avanzado del Arroyo Glazer. Mejor dicho,
la Hacienda de Otto Glazer, sobrino nieto del viejo Glazer. Al ser el único heredero
del viejo, Otto se quedo con la antigua y destartalada granja y la convirtió en
una prospera plantación. La tierra era fértil y desde luego saco partido de
ello. El Administratum lo nombro gestor de la Hacienda y la producción de
alimentos fue su tarea de mayor importancia. Pero no era la única, ya que
además la plantación daba otros productos, como puede ser caucho, copra. Y
además caza, mucha caza mayor.
¿Cómo vine aquí?
La historia es compleja, pero corta.
En mi familia hay tradición militar, por parte de mi madre.
Mi padre era un prospero comerciante interestelar, Andrew Bromhead, quien se casó
con ella, la hija del autentico héroe del Arroyo Glazer, el capitán Caine.
Puedo decir que mi padre, hizo un gran negocio, que entre otras cosas le
reporto que se le abrieran puertas que hasta ese momento le estuvieron
cerradas. Y es que el dinero no lo da todo, pero si el honor. Eso decía mi
abuelo, quien desde pequeño me conto su historia, mil veces. Me la sabia de
memoria, cada acontecimiento, cada momento, cada carga y disparo. El Waaaagh
orko fue repelido por un puñado de valientes, que resistieron hasta la llegada
de refuerzos. Mi abuelo fue herido gravemente, aunque muchas malas lenguas lo
dieron por muerto.
Pero no fue así.
Además de mí, existen otros Bromhead Caine, mis hermanos,
Andy y Billy. Ambos siguieron los pasos de mi padre, y dirigen prometedores
negocios en la Galaxia. Andy es el heredero de la compañía de mi padre y Billy
tiene una flota de naves de transportes para la empresa. Yo, el mayor, fui la
oveja negra de la familia, ya que elegí ser soldado, como mi abuelo.
El enfado de mi padre fue notorio, ya que esperaba que me
hiciera cargo de la Compañía, pero, como dice él, la mala influencia de mi
abuelo me llevo a elegir una vida de lucha, combate, penurias y honor.
Según dice mi madre, tengo más de Caine que de Bromhead. Al
contrario que mis hermanos, que son castaños, yo soy rubio, como mi madre y mi
abuelo. Ellos robustos y yo delgado, pero también más fuerte de lo que aparento
a primera vista. No lo creí hasta que entre en la Guardia Pretoriana.
Aún recuerdo ese día, cuando jure junto mis compañeros en la
bandera roja, azul y blanca de Pretoria. Estaban allí mi madre y mi abuelo,
quien desgraciadamente unos meses después falleció. Pero se llevo la alegría de
ver de nuevo a un Caine en los Pretorianos.
Después de entrar en la Academia de Oficiales, donde recibí
el rango de alférez, nos asignaron misiones de entrenamiento.
Una de ellas es la que voy a relatar.
Sin querer, me encontré metido en una nave, junto con parte
del Regimiento. Nos dirigíamos hacia aquí,
al Sistema Montar, concretamente a Montar VII. Este mundo tiene mucho que ver
con mi familia, por parte de mi madre.
Como iba diciendo, en la traslación hacia este sistema, me
encuadraron en el organigrama de la 24 Compañía, Pelotón H. Este es el de los
novatos, reclutas que acabamos de entrar en la Guardia.
Las tareas de mando las tenía el teniente Edward James,
quien estaba a cargo de la formación de los cadetes y reclutas. Yo como alférez,
era su ayudante.
Aunque la disciplina era rígida, algunas veces, sobre todo
en un viaje de este tipo, se relaja un poco. Aún así, todo estaba bajo el exhaustivo
control del oficial al mando, quien respondía ante el Comandante del Regimiento.
Si algo me enseño mi abuelo fue las prioridades de un buen
soldado, tus camaradas, tu pelotón y el Regimiento. Sin ellos no existe nada,
no hay honor en la lucha.
Así que desde pequeño, este axioma estuvo en mi vida, así que no me
resulto muy difícil aclimatarme a la vida del Regimiento.
Pero lo peor estaba por venir.
Y fue cuando menos lo esperamos.”
Los scáners de la fragata de combate estaban locos. El
puente de mando era una marabunta. Todo el mundo corría, pero solo el Almirante
Higgins permanecía en su puesto.
A cada momento le llegaban informes, los cuales intentaban valorar
qué era lo que había aparecido delante de ellos. Una nave gigantesca.
Perdida durante siglos, aquella nave era sospechosa. Pertenecía
al 245 Regimiento de Cadia, Perseus, la cual desapareció en la otra punta del
universo. Y ahora estaba allí.
-
Informe, capitán- dijo el almirante con voz
profunda, pero a un nivel que se podía escuchar en el puente.
-
Los motores no funcionan, la nave esta en parada
total. No hay signos vitales en ninguno de las sondas enviadas.
-
¿Situación táctica?
-
Los pelotones A, B y C están en la parte norte,
armados con armas pesadas. Los pelotones D, E y F están preparando las
defensas. Las unidades de reserva, los pelotones G y H están armados y listos.
-
Bien- dijo el almirante-, que avance el pelotón A.
Los soldados del pelotón A, de
forma cautelosa, avanzaban hacia las portillas de desembarco. La gigantesca
nave, por sorpresa, se había acoplado a ellos. El equipo de armas pesadas coloco
sus defensas, dispuestos a masacrar a lo primero que pasara por el hueco del
portón.
Colocaron las cargas y estas
explosionaron.
Todo se llenó de humo y restos de
metal quemado por la fusión. Pero también paso algo que les heló la sangre.
Fue un ruido, más que eso, un
grito, animal, salvaje. Un grito que les indico que aquella nave no estaba
desierta: genestealers.
Los primeros en entrar fueron una
mezcla de estos y humanos. El fuego combinado de las líneas de defensa aniquilo
a bastantes, pero aun así venían más, cada vez más.
Según los informes, en aquella
nave iban por lo menos diez mil soldados. Si estos habían sido abducidos por
los alienígenas, triplicaban en número a los que iban en aquella nave, El
Orgullo de Pretoria.
Aquello fue un shock para el
almirante.
Y para todos. Ver a humanos
convertidos en alienígenas, con tentáculos y pinzas en vez de manos, con
cabezas imposibles. Aquello era una infestación.
El pelotón A abrió fuego, pero no
podía contener la marea.
El oficial al mando había
dividido al pelotón en líneas, la primera agachada, una segunda en pie y dos
más en reserva, listas con sus armas láser cargadas.
Pronto el aire se llenó de ese
olor característico de la carne quemada. La primera línea disparó, seguida de
la segunda, hasta terminar sus cargadores. Entonces, las de reserva ocuparon
sus puestos y dispararon, mientras las dos primeras recargaban.
Pese a eso, no podían con ellos,
ya que cada vez se acercaban más.
El almirante dio la orden: retirada y sellar la
entrada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario